Un poco sobre mi

Recuerdo con mucho cariño a un amigo que apareció en mi vida tras una tragedia familiar. A pesar de ser mucho mayor que yo, dedicó su tiempo a compartir su pasión por los astros. Pasábamos noches observando los planetas y estrellas a través de su telescopio, lo cual despertó en mí una profunda curiosidad. Me fascinaba cómo, con la ayuda de cristales y filtros, podíamos ver detalles del sol y otros cuerpos celestes. Los fines de semana, también me enseñaba a leer partituras y tocar el teclado.

Mi hermana siempre alentó estas nuevas aficiones. Me regaló un telescopio y me ayudó a participar en obras de teatro. Además, me obsequió una consola, marcando mi primer contacto con la tecnología. Mi fascinación por los videojuegos creció, y cuando mi hermana consiguió una computadora, quise probar los juegos en ella. Sin embargo, la PC era demasiado antigua, lo que me llevó a investigar cómo actualizarla. Fue así como descubrí el sistema operativo GNU/Linux.

En esa época, tenía un amigo cuyo hermano mayor había estudiado Informática. Internet aún no era tan accesible, y YouTube no existía. Él me prestó un disco de Debian (una distribución de GNU/Linux) y me indicó algunas páginas en inglés donde podía encontrar la documentación. Sin acceso a Internet en casa, debía ir a un cibercafé. Pasé horas traduciendo la documentación con un diccionario y probando diferentes configuraciones hasta que finalmente logré instalar Linux en la vieja computadora, aunque no pude jugar debido a las limitaciones del hardware.

Nuestra amistad continuó más allá de la secundaria. Decidí estudiar una carrera técnica en optometría con bachillerato. En un acto de rebeldía, me fui de casa y tuve que encontrar un trabajo para mantenerme. Durante las vacaciones, una amiga me ayudó a conseguir un empleo como mensajero en una empresa de soporte técnico. Todo iba bien hasta que las clases sabatinas empezaron a interferir con mi horario laboral. Fue entonces cuando el hermano de mi amigo nos recomendó como becarios en HP.

Ser becario en HP me brindó una experiencia invaluable. Aprendí mucho practicando con los equipos, asistiendo a servicios en empresas y participando en capacitaciones constantes. Eventualmente, conseguí un puesto fijo en la empresa. Al terminar mis estudios, me enfrenté a una decisión crucial: seguir en HP o trabajar en el campo de la optometría. Aunque ya tenía un buen trabajo, no quería desperdiciar mi formación académica, así que opté por adentrarme en el mundo de la optometría.

Durante este tiempo, también estudié japonés en el CeLE y formé parte de la Estudiantina de la UAEMex, tocando el violín y la guitarra. Pasé un par de años dedicándome a la optometría, y fue en este periodo cuando conocí a una maravillosa mujer que se convirtió en la madre de mi hijo.

Además, logré combinar muchas de mis pasiones en la producción audiovisual. Este viaje de curiosidad y descubrimiento no solo me llevó a explorar nuevos horizontes, sino que también me permitió integrar diversas facetas de mi vida en un todo coherente y enriquecedor.

Autobiografía

Mi camino espiritual

Crecí en un hogar católico y, el día que hice mi primera comunión, una pregunta comenzó a rondar mi mente: ¿Por qué estaba participando en esa ceremonia? Aunque entendía su significado, me preguntaba si lo hacía por convicción propia o simplemente para satisfacer las expectativas de mi familia.

Siendo tan joven, esta duda se transformó rápidamente en una crisis espiritual. Para intentar reafirmar mi fe, decidí leer la Biblia. Sin embargo, al terminarla, me encontré con más preguntas que respuestas. En mi visión infantil, el mundo se dividía en lo bueno y lo malo según creyeras o no en Dios.

Sentía que me estaba alejando de las creencias con las que había crecido. Esto me llevó a investigar más sobre lo que consideraba "el lado oscuro". Fue entonces cuando descubrí en la biblioteca de mi hermana el libro "El Anticristo" de Friedrich Nietzsche. Aunque me resultó difícil de comprender, me intrigó lo suficiente como para buscar otras lecturas que me ayudaran a entender mejor mi confusión.

Mi hermana me recomendó "Las batallas en el desierto" de José Emilio Pacheco, un libro en el que me identifiqué profundamente con el protagonista, Carlos. Esta experiencia lectora me abrió a otros libros como “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry y “Demian” de Hermann Hesse. Este último, en particular, fue crucial para mi desarrollo espiritual y emocional, mostrándome que el mundo no era simplemente blanco o negro, sino lleno de matices.

Con este nuevo entendimiento, quise compartir mis descubrimientos con alguien. Tenía un amigo cercano con quien discutía temas profundos. Le confesé que ya no creía en Dios, y para mi sorpresa, él también se sentía de la misma manera. Nuestra amistad se fortaleció y empezamos a explorar juntos el mundo esotérico, realizando pequeños rituales con los conocimientos y recursos que teníamos.

A él le interesaba la alquimia y las pociones, mientras que a mí me atraían los hechizos y la clarividencia. Con el tiempo, me acerqué a mi tío, quien practicaba Cartomancia, Quiromancia y Radiestesia, y me fui adentrando más en estas artes. Aunque nuestra amistad eventualmente se distanció, mi pasión por lo esotérico solo creció.

Mi hermana también jugó un papel importante en mi camino, prestándome libros que alimentaban mi curiosidad. Uno de estos libros, “Tadeo Jones: Tras la lanza de Odín”, despertó en mí un interés particular por la mitología nórdica. Desde la secundaria, llevé un martillo de Thor, y cuando descubrí que existía una religión basada en esas creencias, la adopté. Hoy en día, sigo practicándola y he añadido la Runomancia a mis habilidades.

Este viaje, desde la duda hasta la exploración y la aceptación de nuevas creencias, ha sido fundamental en mi desarrollo personal y espiritual. Me ha enseñado a ver el mundo con una mente abierta y a abrazar las diferentes facetas de mi ser.