El mito de Argos, los ojos del pavo real

Se han preguntado
¿Por qué el pavo real parece que tienen bastantes ojos?

fotograía de pavo real vista desde  frente

Foto de Rendy Novantino en Unsplash

Esta es una de mis historias favoritas del mito porque me encanta cómo las antiguas culturas explicaban el mundo que los rodeaba con relatos maravillosos. Esta leyenda, aunque trata de amor, celos e infidelidad, también nos revela el fascinante origen del estampado natural en la cola del pavo real.

Argos era un ser imponente, con cien ojos dispersos por todo su cuerpo. No solo esto lo hacía único, sino que, cuando dormía, la mitad de sus ojos permanecían abiertos, lo que le otorgaba la capacidad de verlo todo. Esta habilidad lo convertía en el vigilante perfecto bajo las órdenes de la diosa Hera.

Entre las tareas que se le encomendaron, la que nos interesa es la de vigilar a la sacerdotisa Ío, en quien Zeus, el esposo de Hera, había centrado toda su atención.

Ío era una joven de gran belleza que, una noche, soñó que debía ir a las orillas del lago Lerna para unirse con el dios Zeus. Antes de decidir, Ío consultó a su padre, quien, tras acudir al oráculo, aconsejó a su hija ir al lugar señalado en el sueño. Los griegos creían que los sueños eran una forma de comunicación entre el mundo humano y el divino.

De algún modo, Hera se enteró de lo sucedido y, para proteger a la muchacha de la ira de su esposa, Zeus transformó a Ío en una hermosa vaca blanca. Sin embargo, Hera, sospechando, pidió a Zeus que le entregara la becerra como un regalo. Zeus, para no levantar sospechas, accedió.

Dibujo de Argos siendo asesinado por Hermes por cuidar a la vaca Ío

Hermes, Io og Argus Wilhelm Heinrich Roscher/Wikimedia Commons.

Hera entonces confió la custodia de la novilla a Argos, cuya vigilancia era tan perfecta que Zeus no podía acercarse a Ío. Esto enfureció tanto a Zeus que ordenó a Hermes acabar con la vida del perfecto centinela.

Las leyendas varían en cuanto a la forma en que Hermes logró su cometido. Una versión dice que lo mató con una pedrada desde lejos; otra, que lo durmió tocando la flauta de Pan; y otra más, que lo sumió en un sueño mágico con su varita divina.

Sea como fuere, Hermes mató a Argos. Hera, viendo los ojos de su fiel guardián, los tomó y, en homenaje, los inmortalizó en la cola del pavo real.

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